Capítulo 34.10

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De: Anastasia Steele

Fecha: 13 de junio de 2011 11:·3 h

Para: Christian Grey

Asunto: Hasta luego

Preferiría que lo habláramos esta noche, Christian. Estoy intentando concentrarme en mi trabajo y tus continuas interrupciones me lo están haciendo bastante complicado.

Anastasia Steele
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP

Joder, qué genio… En el fondo me parece bien. No tengo interés en alargar esta discusión eterna que ha ido enredándose más y más en las tres horas que llevamos separados. Es jodidamente difícil trabajar así, en eso tiene razón. Además, tengo que marcharme ya a la consulta del doctor Flynn, o llegaré tarde. Recojo un par de cosas y salgo de la oficina.

- Andrea –le digo a mi secretaria al salir-, me marcho. Ya sabes dónde localizarme.

- Claro señor Grey. ¿Vendrá esta tarde?

- No lo sé. Ross está aquí. Y, si Robertson me busca, asegúrate de que me encuentre.

- Muy bien. Que pase una buena tarde, señor Grey.

Taylor está esperándome abajo con el Audi en marcha en la puerta del edificio. No necesito preguntarle si hay novedades con respecto a Leila. Sé que no las hay, porque me lo habrían hecho saber ya. Subo en la parte de atrás del coche y saco la BlackBerry del bolsillo, que acaba de vibrar. Elena. Pulso el botón de rechazar la llamada. Prefiero no hablar con ella ahora, porque sé que se pondrá en plan maternal. Y ya tengo madre. O no. Ya tuve una madre. No necesito que me cuide ella. Pero Elena insiste y pocos minutos después entra un correo electrónico suyo.

De: Elena Lincoln

Fecha: 13 de junio de 2011 11:54 h

Para: Christian Grey

Asunto: Bueno, bueno, bueno

Christian:

Soy consciente de que pedirte que no seas tan dramático es más o menos lo mismo que pedirte que no seas tú mismo. Pero no tiene ningún sentido que te pongas así. ¿Qué es eso de rechazar mis llamadas? Somos adultos todos, ¿no? Los tres. Bueno, algunos no tanto, Anastasia es casi una niña, y los dos sabemos que lo ha demostrado en más de una ocasión.


Sé que se encuentra perdida en lo referente a ti, no hay más que ver cómo se comporta cuando estás cerca, y de eso, créeme, nos dimos cuenta todos en la cena benéfica de tus padres. Yo sólo pretendo darle un poco de apoyo, ni siquiera consejos, un poco de ayuda para que entenderte no le sea tan complicado. No sé qué es lo que te da tanto miedo, qué crees que puedo contarle y que no quieres que le cuente. Si algo me caracteriza es la discreción. Pero bueno, tú mismo. Sólo quería ayudarte. Si ella es, como dices, la mujer de tu vida, no estaría de más que fuésemos amigas. Me aparto. No me amenaces, que tú y yo ya pasamos por eso hace mucho tiempo.

Elena Lincoln

Otra vez tengo la sensación de estar en medio de un círculo de mujeres difíciles de tratar, cabezotas, testarudas… Por un lado Anastasia, que no atiende a razones. Por el otro, Elena, que se cree que tiene algún tipo de poder sobre mi vida, y por último Leila, amenazándonos. Joder. Cuando llegamos a la consulta de Flynn le pido a Taylor que se acerque a las oficinas de la SIP y eche un vistazo. Sawyer está en con el coche de apoyo, pero no está de más que se de una vuelta por los alrededores.

- Señor Grey, adelante.

- Gracias, doctor.

- ¡Cuánto tiempo sin verle! –dice, tomando asiento detrás de su gran mesa de madera oscura, y recostándose en su silla.

- Tampoco diría yo que tanto. La otra noche estuvo muy cerca de mí, y de Anastasia. ¿O es que no lo recuerda?

- Ah, Anastasia, es cierto. ¡Qué criatura más dulce! Entiendo que haya perdido la cabeza por ella.

- Preferiría que evitase sus juicios personales, doctor, y se limite a los profesionales –me siento frente a él, ligeramente incómodo.

- Lo comprendo… pero si le soy sincero estaba deseando conocerla. ¿Qué tal está?

- ¿Yo, o la señorita Steele? –pregunto, sarcástico.

- Ella, señor Grey. Si le parece bien empezaremos hoy hablando de ella. A no ser que haya algo de lo que me quiera hablar antes.

- Lo hay… pero como siempre acabaremos llegando al lugar al que usted quiera llegar, justo cuando usted quiera, así que, hablaremos de Anastasia. Está bien, o eso espero.

- ¿A qué se refiere?

- A que está amenazada por una mujer con serios problemas de comportamiento y que actualmente está en paradero desconocido.

- Creo que tanto usted como yo sabe que no se refiere a eso. Dudo mucho que no tenga un dispositivo perfectamente montado a su alrededor para protegerla. ¿No es así?

- Sí, así es.

- ¿Entonces? ¿A qué se refería con “eso espero”? –Flynn no falla.

- He descubierto que su jefe es una especie de conquistador que se dedica a seducir a las jovencitas que contrata como asistentes personales.

- ¿Asistente personal? Creía que era becaria, nada más –garabatea algo sobre su cuadernito.

- Yo también lo pensaba. Hasta que me he enterado de por qué las becarias de SIP empiezan a trabajar con una categoría laboral y unas responsabilidades muy por encima de lo que se esperaría de ellas.

- ¿Y cómo se ha enterado? –pregunta, levantando una ceja por detrás de los cristales de sus gafas.

- No quiere saber la respuesta, doctor.

- El método Grey, ya entiendo… Siga.

- Lleva muy poco tiempo allí y el editor, Jack Hyde, ha hecho más acercamientos de los que haría un jefe al uso. Copas los viernes por la tarde, invitaciones a congresos en Nueva York a los que quiere que le acompañe…

- Noto un cierto tono de irritación.

- ¡Pues claro! –estallo-. Ese gilipollas se cree que puede disponer de Anastasia a placer, y ella… Ella es tan inocente que se deja engañar. Le ha dicho que para ella será una oportunidad maravillosa y se lo ha creído. Y mientras tanto ha reservado una única habitación de hotel con una sola cama. No va a ir, ya me he ocupado de ello.

- ¿Qué es lo que le irrita, señor Grey? ¿Que él la haya invitado o, más bien, que él la quiera conquistar, o que ella quiera ir?

- Que él se acerque a algo de mi propiedad. Y que ella sea tan torpe como para no darse cuenta.

- Ella no es de su propiedad, señor Grey. No puede actuar como si lo fuera.

- Eso mismo me ha dicho ella esta mañana cuando le he prohibido que fuese.

- ¿Es así como ha conseguido que no acuda al congreso?

- No –admito-, compré la editorial hace unos días. He mandado a gente de mi confianza a hacerse cargo de la junta directiva. En estos momentos están congelando sus cuentas, y sacando de la lista de participantes al congreso a la señorita Anastasia Steele.

- ¿Y se siente orgulloso de ello? –Flynn da donde más duele, haciéndome pensar en que hay sentimientos detrás de las acciones.

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