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Esta mañana me he puesto el desayuno al lado de la prensa, como cada día. Y de pronto una noticia aberrante (por lo absurda) ha saltado en mi buzón de alertas de Cincuenta Sombras de Grey (pues claro chicas, estoy suscrita a todas las cosas habidas y por haber relacionadas con la trilogía erótica de E. L. James). Os copio directamente el titular, a ver qué os parece a vosotras.

“La doctora Charlotte Jones escandalizada. Acusan a Cincuenta sombras de Grey de elevar el número de enfermedades de transmisión sexual.”

¿Perdón? ¿Nos hemos vuelto todos locos? He tenido tentaciones de ignorar la noticia, cosa que hago muchas veces, no sabéis cuánta gente publica cosas sin sentido sólo para darle movimiento a sus páginas web, pero al final, la he leído. Y dice lo siguiente:

Cada vez falta menos para que la adaptación cinematográfica de Cincuenta sombras de Grey  llegue a la gran pantalla, y la famosa novela erótica sigue estando en el centro de la polémica. Según la doctora Charlotte Jones, la obra de E.L. James es la culpable de que las enfermedades de transmisión sexual se hayan incrementado entre las parejas maduras. Tal y como indica la presidenta del Comité de Medicina General de la Asociación Médica Británica, se ha producido un aumento de este tipo de enfermedades entre los mayores de 50 años. Jones indica que desde la salida al mercado de la novela y su enorme éxito “las parejas de más edad son más aventureras en la cama”, lo que explicaría el fenómeno.

No sé qué os parece a vosotras, pero a mí, lo que me escandaliza es que la Presidenta del Comité de Medicina General de la Asociación Médica Británica acuse a la novela de Erika L. James de los problemas derivados de las enfermedades de transmisión sexual en su país. Y más si está hablando de parejas por encima de los cincuenta años. Es decir, que no se trata de jóvenes descubriendo el sexo por primera vez, y que tal vez no sepan que hay que usar protección, que no todo se puede hacer y, sobre todo, no de cualquier manera. Si las parejas por encima de la cincuentena no son conscientes de los riesgos que implica una relación sexual, yo creo que el problema viene de base, de una educación, o más bien de una falta de educación por parte de las autoridades médicas.

Tampoco sé yo si podría acusarse de lo mismo a todas las revistas pornográficas que históricamente los hombres (en su mayoría, perdón por generalizar, pero creo que aquí se está haciendo uso de un argumento machista y no quiero dejarlo pasar) compraban en cualquier quiosco de la calle. ¿No? Playboy, Penthouse, así, por citar algunas. Revistas llenas de historias sexuales, de fantasías, de fotografías (por si había alguien tan falto de imaginación como para reproducir en la cama una escena leída). Me apuesto lo que queráis a que la imagen de la colegiala en coletas y sostén, o la enfermera con una bata rozando los bajos de la espalda, no salieron de la mente de una mujer.

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