Los días pasan y mi vida cada vez se hace más rutinaria. Más normal. Eso me gusta. La gente a veces ignora el placer de poder disfrutar de la tranquilidad. Del aburrimiento.
Me encanta vivir con Grace, Carrick y Elliot.
Ellos me enseñan muchísimas cosas.
Me encanta aprender cosas nuevas.
He aprendido a tocar el piano. Ahora sé tocarlo yo solo.
Cuando lo toco Grace se sienta en el sofá a escucharme. Cierra los ojos y mueve la cabeza, lentamente, de un lado al otro, al ritmo de la música.
He aprendido a escribir mucho mejor de lo que lo hacía antes. Ya soy capaz de escribir muchas palabras. Palabras nuevas que antes ni siquiera sabía que existían.
Ahora me resulta más fácil decir lo que pienso. No importa que no sepa hablar. Puedo escribirlo. Ahora puedo escribir lo que quiero decir. Solo necesito un lápiz y un papel.
Si lo hago mal Grace me corrige. No se enfada. Solo quiere que lo haga mejor. Quiere ayudarme.
Elliot y yo vemos la televisión juntos.
Me ha enseñado dos juegos nuevos. Son deportes de equipo. Se parecen al fútbol.
Uno se llaman béisbol y el otro rugby.
Creo que ahora soy más alto de lo que era antes. Más grande.
Ya soy capaz de subirme al columpio. Solo necesito dar un salto.
Ahora puedo balancearme yo solo. Sin ayuda de nadie.
Solo necesito mover las piernas. No necesito que nadie me empuje.
No sé muy bien cuánto tiempo hace que vivo en la casa de Grace y Carrick.
Desde el día que llegue a vivir a su casa Grace va apuntando en un calendario cada día que pasa. Los tacha con una cruz de color negro. Cuando todos los días están tachados Grace arranca la hoja. Creo que Grace ha arrancado unas 5 o 6 hojas del calendario desde que estoy aquí.
Los quiero muchísimo y ellos a mí.
No obstante, pese a que siento que me quieren estoy convencido de que en el fondo Grace y Carrick quieren más a Elliot que a mí. Es normal. Al fin y al cabo él es su hijo y yo no.
Grace ha intentado conseguir que hable, pero sigo sin ser capaz de hacerlo. Sigo siendo incapaz de articular palabras con la boca.
Todas las noches, cuando nos sentamos a la mesa para cenar, Grace, Carrick y Elliot hablan entre ellos. Hablan sobre cosas que yo no entiendo. Hablan como si yo no estuviera allí.
Hablan y discuten. Creo que muchas veces se olvidan de mí. Se olvidan de que sigo allí. En ocasiones ni siquiera me miran. No me miran ni una sola vez durante todo el tiempo que estamos juntos sentados a la mesa.
Cuando estamos sentados a la mesa nunca hablamos con la libreta. No quiero que se ensucie con la comida. La dejo en mi habitación y luego, cuando he terminado de comer, vuelvo a por ella.
He crecido. Soy más grande. Soy más alto pero sigo siendo igual de torpe.
Por alguna razón me cuesta sostener las cosas con la derecha. Grace dice que me curaré.
La mano derecha a veces me tiemblan. El brazo derecho me duele cuando intento levantar alguna cosa que pesa. Eso hace que a menudo, cuando intento beber algo, derrame la leche o el zumo por la mesa.
Grace no los sabe pero cuando vivía en la otra cosa el hombre malo a veces cuando me zarandeaba me estiraba de alguno de los dos brazos. Una vez lo hizo tan fuerte que el brazo se me desencajó y mami tuvo que llevarme al hospital. Recuerdo que perdí el conocimiento. A partir de ahí no recuerdo mucho más. Fue el mismo brazo.
Aunque sigo siendo igual de torpe ya no lloro tanto como antes. Grace dice que los accidentes pasan. Pero yo veo que nadie tiene tantos accidentes como yo.
Los vasos se derraman porque yo los derramo. Las cosas se caen porque yo las tiro y los juguetes se rompen porque yo los toco.
Me despierto. Estoy empapado en sudor. Estoy temblando.
Por la noche tengo pesadillas sobre mantas verdes pegajosas. A veces aparecen el Hombre Malo y también mamá, Bob y Car. Recuerdo que también veo fuego. Oigo gritos y llanto.
En el sueño el hombre Malo me pega. Me pega a mí y también a mamá. Ella está quieta. No se mueve. Yo lloro.
En el sueño mamá esta muerta. Grace me explicó un día lo que significa la muerte cuando vimos un pajarito muerto en el parque. Era un pájaro muy pequeño. Se había caído del árbol y por el golpe, el hambre o el frío, había muerto. Eso dijo Grace.
A mamá y a mí el hombre malo nos golpeaba. Pasabamos frío y hambre.
Mama y yo estamos muertos. Como el pajaríto.
Entendí bien a lo que se refería y ahora sé dónde está mamá. Esta junto con el pajarito del parque y otras personas a las que ya nadie más puede ver y no se mueven. Lo que no logro entender es porque yo no estoy con ellos y en lugar de eso estoy con Grace, Carrick y Elliot. Ellos no están muertos.
Cuando tengo alguna de esas pesadillas y me despierto por la noche, me doy cuenta que los gritos y lloros que oigo son en realidad los míos. Grito sin darme cuenta pero puedo oirlos. Nítidos. Claros. Como si fueran de otra persona que grita en la misma habitación.
La luz se enciende y Grace y Carrick entran en la habitación.
Me miran sin saber que hacer. Aún estando asustado no dejo que me toquen. Quizás justamente por ello.
Puedo notar en sus ojos que quieren abrazarme para intentar que calme. Quieren intentar reconfortarme con una caricia. Yo no quiero quiero que lo hagan. Estoy muy nervioso y no puedo parar de llorar.
Cuando se hace de noche y todo está oscuro noto el sabor metálico de los guisantes fríos en la boca. A veces huelo el humo de los palitos de luz del Hombre Malo.
La oscuridad me da miedo. Odio la hora de irme a dormir.
Grace y Carrick intentan tranquilizarme. Se sientan en la cama, junto a mí. No me tocan. Saben que no quieren que me toquen.
Estan cansados. Tristes. Yo también lo estoy. Sé que por mi culpa ya no sonríen tanto como antes lo hacían. Se que los despierto todos los días en mitad de la noche.
A veces, cuando no puedo dormir y no sé qué hacer, me voy a la habitación del piano y toco música. Flojito, para no despertar a nadie.
Grace viene y escucha un rato muy corto hasta que me doy cuenta y paro y miro el suelo, por si está enfadada. Sin embargo, nunca lo está.
La mayoría de las veces simplemente se da la vuelta y vuelve a la cama, sin decirme nada. Otras veces se sienta a mi lado en la banqueta y me escucha tocar.
No sé cómo leer el tiempo todavía, así que Elliot es el que me dice cada día qué hora es o en qué día de la semana estamos, pero por la noche, cuando está dormido, no puedo saber nunca la hora que es.
Muchos día debo quedarme en casa con la señora Touhey porque Elliot se va a la escuela, y Grace y Carrick a trabajar, así que durante todo el día toco el piano y dibujo lo que quiero.
La señora Touhey me prepara sándwiches y sopa mientras veo la televisión, pero me gusta más estar en casa cuando Elliot ha vuelto de la escuela y me cuenta cosas acerca de lo que ha hecho ahí.
Mi corazón se siente terriblemente triste y Grace me lleva a veces al hospital para que le explique al doctor cómo me siento y qué es lo que me pasa, si es que lo sé.
No uso palabras, pero pinto muchos dibujos. Cuanto más me preguntan, más fuerza hago con el lápiz en el papel.
Grace dice que estoy frustrado y enfadado y me quiere ayudar, pero primero tengo que dejar que lo haga.
Yo solo la miro y como no sé qué hacer acabo mirando el suelo.
La doctora le dice a Grace que cree que yo no la entiendo y que necesito mucha más ayuda que esas palabras.
Ella siempre dice palabras como subdesarrollado emocionalmente o incapaz de comunicarse.
Eso le pone a Grace muy furiosa y entonces dejo de ver a esa doctora y empezamos a visitar a una nueva.
De camino a casa no para de decirme que ella sabe que yo entiendo todo lo que me dice, y que le gustaría que pudiera usar palabras para demostrar que es verdad.
Yo solo miro a través de la ventana del coche, porque simplemente, es que no puedo.
Quiero decirle que no puedo hablar y que nunca podré. No tengo nada que decir.
Grace me dice que es mi cumpleaños, lo cual es muy raro, porque ni siquiera sé qué significa.
Me dice que es el día en que mami me tuvo y no sé cómo es que ella lo sabe porque no estaba allí. Pero no importa, dice que es la hora de preparar una fiesta.
Cuando Elliot vuelve a casa de la escuela y Carrick y Grace llegan de trabajar, aparecen dos personas más que no he visto nunca, que dicen ser los padres de Grace. También dicen que son mis abuelos, aunque no sé muy bien qué significa eso tampoco.
Son muy agradables y me dan una caja envuelta en un papel precioso, que tengo que romper, según me dicen. Al abrirla veo que dentro hay muchos trenes y estoy muy contento, porque son amigos nuevos para los patitos de goma y mis coches.
Elliot me regala un balón de fútbol y Grace y Carrick me regalan una cosa rarísima con dos ruedas enromes y dos más chiquititas a los lados, llamada bicicleta, y me dicen que me van a enseñar a utilizarla.
Me cantan todos una canción a la vez muy divertida y después de cenar me traen un pastel lleno de velitas encendidas. Elliot me explica que tengo que soplarlas a la vez que pido un deseo, que no debo contar a nadie.
Desearía no estar triste nunca jamás.
A partir de hoy, resulta que tengo 5 años, no cuatro.
Grace pasa las hojas del calendario y los meses van pasando.
Todavía no hablo, y Grace sigue enfadándose con los doctores.
Elliot y yo jugamos mucho juntos, además ahora no tiene clase ningún día y jugamos con los aspersores o vamos a acariciar al perro de los vecinos.
Aprendo muchísimo de todos ellos cada día y me enseñan palabras nuevas y lo que son cosas que yo nunca antes había visto.
Me gusta dibujar todas esas novedades que aprendo.
Elliot me ha enseñado a rodar por la hierba y ha chutar muy muy alto.
Me cuenta cosas de una chica de la escuela que le gusta y que tiene 10 años y él solo tiene 8. Dice que aún así es su amiga y que es guapísima.
Me gustaría decirle que la quiero ver, pero simplemente le miro y sigo escuchando.
Dice que una vez la abrazó, y que tiene unos dientes preciosos, una boca muy bonito y unos ojos azules muy grandes. Suena muy bien.
No conozco a más chicas a parte de Grace, la señora Touhey, las doctoras y las chicas de la casa de acogida, a las que ya nunca veo.
Mami era muy guapa y Grace también. Todas las chicas eran muy guapas, pero no sé si me gustan de la misma manera que dice Elliot que le gusta la chica de su colegio.
¿Se supone que debería ser así?
A él le gusta muchísimo, porque cuando va a su casa a jugar se pone las únicas zapatillas que no tienen manchas y ropa muy bonita y siempre me guiña un ojo antes de salir por la puerta.
Ahora pasa mucho tiempo en su casa, más que conmigo incluso. Me quedo sentado en la cama de mi habitación y miro la televisión aunque es mucho más aburrido que jugar con Elliot en el jardín.
Grace está preocupada de que ya no quiera salir y Carrick siempre me lleva al parque y chuta el balón igual que lo hacía Elliot, cuando no está en casa con nosotros.
Carrick me pregunta cosas que no puedo responder sin mi cuaderno y las pinturas. Además tampoco puedo pintar y chutar a la vez, así que sigo jugando con el balón como si nada hubiera pasado.
“¿Está todo bien, pequeño?”
Yo no hablo, no sé para qué me pregunta.
Grace toca el piano conmigo y me enseña muchas canciones nuevas y son preciosas. Las repito una y otra vez hasta que me salen igual que a Grace.
A Grace le gusta mucho cuando hago esto y se pone muy feliz. Ella dice que son mis canciones y a mí me encanta porque nada de lo que tengo es mío. Nada excepto las canciones que toco. Mis canciones.
Cuando toco el piano me da la sensación de que Grace me quiere de verdad, porque Elliot siempre dice que es un instrumento tonto y que prefiere jugar a fútbol.
Me hace sentir especial cuando el abuelo, la abuela, Grace y Carrick se sientan en el sofá y se quedan quietos y escuchan cómo toco mis canciones para ellos en el piano.
A veces tengo la sensación de que me odian, pero nunca cuando toco el piano.
Grace pasa las hojas del calendario una y otra vez y yo me pongo cada vez más triste, porque nada mejora ni yo me siento diferente.
Todavía me siento triste y Carrick y grace me quieren menos y menos cada vez. Elliot se va a casa de su amiga muchas tardes y yo me siento muy solo.
Una noche Grace nos sienta a Elliot y a mí en el porche y nos dice que hay otra niñita que va a venir a vivir con nosotros. Será nuestra hermana pequeña.
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