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Hace poco me encontré con artículo en la red de una lectora de la trilogía que defendía los libros de E. L. James Cincuenta sombras de Grey de aquellos que los califican de, literalmente, porno para mamás. Se han dicho muchas cosas de la trilogía erótica. Muchas de ellas muy buenas, y otras, no tanto. Desde que es una apología del sadismo mal entendido, hasta que degrada y somete a la mujer. Mi pregunta es la siguiente, los que tanto se meten con la historia, ¿han leído realmente los libros? Porque, si lo han hecho, me cuesta creer que sigan diciendo esas cosas.

Tomemos el término pornografía como lo define la entrada de la wikipedia:

El término pornografía se refiere a todos aquellos materiales, imágenes o reproducciones que representan actos sexuales con el fin de provocar la excitación sexual del receptor.

Es innegable que hasta cierto punto, coincide. Habría que preguntarle a Erika L. James cuánta de su intención al compartir con nosotras la historia de Anastasia Steele y Christian Grey era despertar nuestros instintos sexuales. Algo habrá, digo yo. Y algo muy bien conseguido, por otra parte.

Pero no podemos quedarnos ahí. Sería mentira decir que toda la trilogía es una excusa para presentar un par de personajes que pasan ciertos pasajes de la historia desnudos practicando sexo. El propósito de la novela es compartir, entretener, hacernos soñar. Es la evolución del encuentro de una pareja formada por dos individuos de extracto social y profesional aparentemente distintos, que comienza, roza, y evoluciona. Es decir, que Christian y Ana, pese a pertenecer a mundos distintos, se encuentran y entre ellos surge el amor. Porque el amor es lo que tiene, que nace donde menos te lo esperas, y te arrolla sin entender a razones. Es la historia de dos personajes que se enamoran y se dan con un obstáculo en su relación, que juntos consiguen superar. Y triunfa el amor. En mi opinión, aquí es donde el amor supera al sexo.

Y por otra parte está lo de madres. Porno para madres. Como si la base de lectoras (y lectores, no nos engañemos) estuviera formada por un magma de madres frustradas sexualmente que necesitan de un estímulo externo para recuperar la pasión. Visto el alcance del libro, que ha vendido más de cien millones de copias y ha sido traducido a más de cincuenta idiomas (que incluyen el tailandés, el serbio, el hebreo, el ruso, el eslovaco…), digo yo que tenemos que empezar a aceptar que ha llegado a miles de millones de personas pertenecientes a todo tipo de culturas y religiones. Conozco chicas, adolescentes, solteras, casadas, mujeres maduras, y mujeres mayores que lo han leído, y que lo leen y lo releen. Madres, por supuesto, y no madres. Porque al fin y al cabo a todas nos gusta que nos cuenten una historia bonita, y más si tiene un final feliz.

Así que ya va siendo hora de dejarnos de tonterías, de calificar Cincuenta sombras de Grey como algo malo haciendo un uso tramposo de las palabras. De ponerle una coletilla degradante, y limitémonos a llamarla como lo que es. Una historia de amor con tintes eróticos, por supuesto que sí. Porque nos gusta el sexo y no nos da miedo hablar de ello. Al que no le guste, que no lo lea, y que no vaya a ver la película. Faltaría más, aquí nadie obliga a nadie a nada.

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