Perdón por la tardanza, pero es que anoche me dormí tardísimo porque no podría parar de correrme. Así, como suena.
Eran como las tres o las cuatro de la mañana y ahí estaba yo, orgasmo tras orgasmo, en la cama, sola… Bueno, sola no, sometida a los perversos deseos sexuales de Christian Grey. Y es que, mi último amante, el que me tiene despierta hasta las mil y permanentemente excitada es… un libro.
‘Cincuenta sombras de Grey’ (Grijalbo) es una novela, para ser exactos. Es LA NOVELA de la que habla todo el mundo o, mejor, sobre la que cuchichea todo el mundo y que en Estados Unidos es una adicción entre las mujeres. Hace unas semanas publicamos un extenso reportaje en el Magazine de EL MUNDO sobre el fenómeno que ha puesto en marcha E.L. James, una madre de familia inglesa que se estrena en la literatura con esta obra (y con dos ovarios, mire usted).
Me la recomendó Fernando, mi jefe, y me comentó que, como todo el mundo ya la conoce, las mujeres que la leen en el metro o bien la forran para que no se reconozca la portada o bien la leen en formato digital. Pero eso lo dice porque él no se la ha leído todavía, porque os digo por experiencia propia que es imposible abrir este libro en público (y menos que nadie yo, después de mi experiencia con otra publicación en la consulta del ginecólogo) y pasar un capítulo sin excitarse, mojar la ropa interior y sentir un impulso (en mi caso irrefrenable) de masturbarse.
Os resumo hasta donde puedo contar sin destripar el argumento. ‘Cincuenta sombras de Grey’ cuenta la historia de Anastasia Steele, una joven estudiante de Literatura, que se enamora de un joven, rico y rabiosamente atractivo hombre de negocios con una oscura obsesión por controlarlo todo. Christian Grey, que así se llama el tipo, cae rendido ante la inocencia de Anastasia y sueña con poseerla en el más estricto sentido de la expresión. Y es que a Grey le va el sado y la dominación y necesita una sumista con espíritu masoca.
Mmmm… entiendo que, contado así, os pueda parecer un argumento poco apetecible, pero dejadme que os desvele dónde llegó mi primer orgasmo. Y es que yo he decidido leerlo en la cama, con las braguitas a media pierna y con el vibrador al lado…
Me chupa suavemente un pezón, desliza una mano al otro pecho, y con el pulgar rodea muy despacio el otro pezón y tira de él. Gimo y siento que una dulce sensación me desciende hasta la ingle. Estoy muy húmeda (…)
-Vamos a ver si conseguimos que te corras así- me susurra (…)
Todo mi cuerpo gime en una dulce agonía pero él no se detiene.
-Oh… por favor- le suplico. (…)
-Déjate ir, nena…
Aquí llegó el segundo…
-Quiero follarte la boca, Anastasia, y pronto lo haré- me dice con voz ronca, salvaje y respiración entrecortada (…)
Me agarra del pelo para inmovilizarme la cabeza. No puedo moverme. Me tiene seductoramente atrapada y está listo para volver a penetrarme (…).
Y me penetra despacio, muy despacio, hasta el fondo. Su miembro se extiende y me invade por dentro implacablemente. Gimo con fuerza. Esta vez lo siento más profundo, exquisito.
Y así, durante más de 500 páginas. Me vais a perdonar, pero esto no es para leerlo en el metro, salvo que te hayas puesto antes de salir de casa no un salvaslip… sino una compresa con más alas que un 747, porque la reacción normal (al menos la mía) es mojarme como Anastasia Steele en el primer momento en que piensa en el enorme e insaciable pene del señor Grey y en su particular juego de normas y torturas.
Confieso que utilizo este libro (y utilizaré los otros dos de la trilogía que conforman en cuanto salgan a la venta) para saciar, además de mi sed de literatura erótica, una curiosidad que no me atrevo a experimentar por mí misma: la sumisión.
Desde que abrí la dirección de correo que siempre os pongo abajo, me han llegado al buzón cientos de propuestas de amos y sumisos de todo el mundo ofreciéndome este tipo de relaciones y experiencias y, salvo aquella vez que casi asesino a mi amigo Julián con el espéculo que me estaba introduciendo entre las piernas mientras me tenía atada, no recuerdo haber coqueteado más con el sado. Pero reconozco que en este momento de mi vida me excita. Me excita mucho.
No tanto la idea de ser sometida, golpeada… en primera persona. Sino la de que haya gente que encuentre placer en esas prácticas. A estas alturas no voy a decir que me sorprende, sobre todo porque a mí también se me encharca la zona cero sólo de imaginar a un Christian Grey (que cuando me encierro a leer en mi dormitorio tiene la cara y el cuerpo de Matthew McConaughey…) vistiéndome y desnudándome con velos de seda, obligándome a ir por su inmenso y lujoso apartamento sin ropa interior, follándome a placer cuando a él le viniese en gana, atándome a su cama para taparme los ojos y someterme a deliciosas torturas de impaciencia erótica…
En el fondo, todas las mujeres conocemos esa sensación mixta de placer y dolor porque casi todas pasamos en nuestra vida por una experiencia masoquista: nuestro primer polvo. Pasando por alto la pericia o impericia de la pareja de turno (o excepciones anatómicas, que haberlas haylas), nuestra iniciación a la vida sexual es dolorosa y, a veces, hasta un poco sangrienta. ¿Cómo no vamos a entender y a excitarnos, aunque sea un poco, con las descripciones de ‘Cincuenta sombras de Grey’?
De hecho, la narración del primer acto sexual de la protagonista, Anastasia Steele, me recordó mucho al mío, porque a mí también me pareció que aquello era inmenso (no estaba mal, pero tampoco era de dimensiones colosales), anormalmente duro, que lo llenaba todo, que me abrasaba por dentro y… me corrí. Yo también (absolutamente salida e insaciable) quise repetir aquella misma noche y otra vez por la mañana, y mis siguientes orgasmos me confirmaron que, pese al dolor inicial (o precisamente por eso), aquello me gustaba. Mucho.
Pero yo no soy una sumisa (o no he encontrado aún un Grey al que someterme); sólo soy una voyeur y me conformo con la novela de E.L. James y mi imaginación. ¿La ventaja? He perdido la cuenta de los orgasmos que llevo durante la lectura de este libro y, de momento, mis vibradores no me han dado ni un sopapo ni una sola descarga.
via elmundo.es
6 Comentarios
chapo
Quién es la escritora de este artículo?! Tendríamos que ser amigas… de hecho, podríamos ser unas de esas gemelas que dicen que sienten lo mismo…porque vaya vaya, mejor no habrías podido explicar el éxtasis y la dependencia que crea este libro!
totalmente de acuerdo!!!!!!!!!!!!!!
La verdad, que yo no podría haberlo expresado mejor. Me he leído los tres libros en tan solo 5 días y cada vez que lo pienso me vuelvo a excitar. Me ha dejado mal sabor de boca el que se haya acabado. Pero me encanta ya no solo por el erotismo en sí que es…. si no por el romanticismo de la novela.
Yo me leí la trilogía por el tema SyM llevo mas de seis años con mi pareja y practicamos este mundillo, pero lo que mas me gusta de estos libros es la historia de amor
Que puta eres, la concha de tu madre, hija de la gran puta que te re parió. Un abrazo!